Repaso a los errores más comunes


En general, los fallos que se cometen en el remo de
banco fijo podemos clasificarlos entre los que se
repiten siguiendo un patrón común a los remeros
noveles, por lo regular referidos al posicionamiento
incorrecto, tanto del cuerpo como del remo, y a los que
responden a las incorrecciones que se suceden en el
desarrollo del gesto técnico, afectando a mayor
número de jabegotes.
En todo caso responden habitualmente a la falta de
práctica, a la inseguridad que produce moverse en un
entorno desconocido y en un medio al que no estamos
acostumbrados y, sobre todo, a no haber comprendido
desde la teoría los movimientos propuestos para
realizar correctamente el gesto técnico del ejercicio.
Entre los más significativos están:

  1. Fijar el remo con el estrobo por el lado equivocado del escálamo, con lo cual el punto de resistencia deja de tener una ubicación fija y firme, aportando además un componente de fuerza negativa contrario al avance de la barca.
  1. Colocar el estrobo alejado del tope del luchadero, alterando la longitud del brazo de palanca diseñado por el constructor para un rendimiento óptimo de la palada.
  1. Colocar los pies demasiado juntos en el estribo
    o banco anterior.
    Esta posición compromete la estabilidad del
    cuerpo, especialmente en la fase de recuperación,
    cuando retornamos con el tronco hacia adelante,
    generando fuerzas negativas de sentido contrario al
    avance de la barca.
    Separar los pies nos hará ganar estabilidad y
    permitiendo un retorno a la posición de ataque suave y
    sin brusquedad.

4. Hacer sombra al agua con la pala del remo.

Con esta expresión se alerta al remero de que no lleva
el remo con la pala en posición vertical.
Al entrar inclinada en el agua, y según la inclinación sea
de proa a popa o viceversa, el remo tiende a elevarse
verticalmente, fuera del agua o bien penetra aún más
en ella con los efectos adversos que conllevan para el
rendimiento de la barca.

Esto es debido a que los puntos de aplicación de las
fuerzas de sentidos opuestos, los derivados del flujo del
agua generados por la arrancada y los que ofrece la
resistencia del agua a ser desplazada por la fuerza del
jabegote, ya no están en el mismo plano, ni en el
mismo nivel, por lo que se genera una fuerza resultante
de dirección vertical que compromete el desarrollo de
la pasada

  1. Introducir la pala en el agua indebidamente.
    Por exceso, incrementando la fuerza requerida
    improductivamente, el punto de apoyo en el agua
    queda muy cerca de la barca alterando
    negativamente la amplitud de la remada,
    acortando el efecto palanca, elevando el guion del
    remo y desestabilizando ineficazmente la barca.
    Por defecto, sin cubrir de agua completamente la pala,
    perdiendo el punto de apoyo necesario para vencer la
    resistencia al avance de la barca.

Cuando en lugar de mantener los brazos a la
misma altura desde el ataque al final de la pasada,
levantamos o bajamos indebidamente las manos,
hacemos que la pala profundice excesivamente o
quede parcialmente fuera del agua
respectivamente.
Recordad que el camino más corto entre dos
puntos es la línea recta.

6. En orden al punto anterior, otro fallo característico es no observar y estar atento al remo, especialmente con la mar movida, para apreciar a tiempo cualquier inclinación de la pala y asegurarse de que entra y sale del agua limpiamente, sin chapoteos.

  1. No respetar la secuencia y los tiempos de la remada
    manteniendo el ritmo de la bancada.

    Es de suma importancia que todos los remos lleven el
    mismo ritmo, comportándose como si de un solo remo
    se tratara. Esto implica que todos respeten los mismos
    tiempos en cada secuencia de la remada, así como las
    mismas alturas de la pala, tanto en la fase acuática
    como en la de recuperación o aérea.

Nos recuerda Luis Mari Zulaika: «Hace algún tiempo (basado en premisas falsas) se sostenía que cuanto más se salpicase en el ataque, (creando ruido) más se impulsaba el bote. El impulso se valoraba en función del remolino o estela dejada por el remo en el agua. «. «Hoy en día, por el contrario, mayoritariamente se mantiene otra tesis: si no existe una sincronía total, (todas las palas entran a la vez en el ataque), es muy perjudicial que mientras algunas palas permanecen todavía en el aire (antes de entrar), las otras impulsen con tanta energía. Eso provocará mucho balanceo en el bote, perjudicando el equilibrio y navegabilidad del bote».

Uno de los errores más comunes del principiante es
adelantar el ataque , introduciendo la pala en el agua
antes de tiempo.
Habitualmente es consecuencia de estar
excesivamente tensionado y carecer de la
autoconfianza que nos proporciona la experiencia.

Creemos llegar tarde e iniciamos el ataque en el agua
ante que nuestro compañero de la posición anterior en
la bancada.

  1. “Robar el remo”
    Tras el final de la pasada, la embarcación lleva la
    máxima arrancada.
    Es el momento de bajar las manos e iniciar la
    recuperación. En esta fase las palas del remo deben
    encontrarse completamente fuera del agua
    desplazándose hasta alcanzar de nuevo la posición de
    ataque.
    Si no bajamos suficientemente las manos y, las palas
    quedan parcialmente sumergidas, se produce el “robo” del remo a causa de las propias inercias de avance que lleva la barca. Los flujos de agua resultantes ofrecen la suficiente resistencia como para anular el control que sobre el remo tiene el deportista, haciendo que , en la mayoría de ocasiones, lo pierda y, cuando menos, que suponga un freno indeseado al avance.
  1. En el ataque, en la fase de preparación, no
    ejecutar el movimiento de flexión hacia popa con
    la debida suavidad y lentitud, permitiendo el
    deslizamiento de la barca sin interponer fuerzas de
    sentido contrario.

El componente humano en una barca de Jábega ligera pesa tanto o más que la propia barca, por lo que realizar retornos bruscos e incorporaciones anticipadas sin completar la ejecución de la pasada, origina una resultante de fuerzas contrarias al avance muy importante que hay que evitar a toda costa.

  1. No llevar una velocidad progresiva durante la fase
    de pasada.

    Ya que la velocidad de la barca aumenta durante la
    evolución de la palada y el agua se hace más «blanda» ,
    se debe ir imprimiendo fuerza y velocidad
    progresivamente, y no aplicarla toda desde el principio
    desestabilizando la barca.
  1. Flexionar los brazos antes de tiempo, sin
    aprovechar plenamente el potencial de los potentes
    músculos dorsales.

    Como hemos visto, en el remo de banco fijo se hace
    necesario, durante la pasada, rotar la cadera inclinando
    el tronco hacia atrás con los brazos extendidos.
    Un error propio del neófito es comenzar a flexionar los
    antebrazos, manteniendo la verticalidad del tronco, sin
    aprovechar el potencial de los grandes grupos
    musculares de la espalda y los glúteos, acortando
    además la debida amplitud de la pasada.

Ello se debe principalmente a la falta de autoconfianza
en nuestras habilidades motrices y en todo caso a un
incompleto aprendizaje del gesto técnico.
Sin la ayuda de un monitor cualificado es difícil para el
deportista en su fase de iniciación corregir este
problema por sí mismo, ya que la información
propioceptiva que obtiene suele ser errónea,
induciéndole a creer que lo está realizando
correctamente.
Resulta muy útil para corregir el error recurrir a medios
audiovisuales que nos muestren con perspectiva la
imagen real de nuestro movimiento.

  1. Sincinesias.
    No economizar el esfuerzo, manteniendo una tensión
    innecesaria en los momentos de recuperación, cuando
    los músculos salen de la fase de contracción dinámica y
    deben estar relajados.
    Además de generar un gasto energético innecesario,
    resta fluidez y precisión al movimiento.

Y como consecuencia de esta tensión, apretar el puño
del remo en exceso, castigando la piel y las muñecas,
que es otra de las fallas propias del neófito.

  1. No sincronizar la respiración con la secuencia de
    la remada.

    Inhalar el aire en la fase de recuperación y exhalar el
    aire cuando los músculos están contraídos, en las fases
    de ataque y pasada.
    Cuando se contrae la musculatura en su fase
    concéntrica es cuando hay que expirar el aire y cuando
    relajamos la fuerza, en la fase excéntrica es el
    momento de inspirar y tomar aire.
    Sin esta toma de aire de forma ordenada podemos
    dejar los músculos insuficientemente oxigenados y sin
    capacidad de superar la carga al que lo estamos
    sometiendo. Esto nos puede provocar rotura fibrilar y
    calambres.
    Tampoco es conveniente contener la respiración, ya
    que conlleva un indeseable aumento de la presión
    arterial.

Es importante realizar un entrenamiento de la
capacidad aeróbica.
Los músculos que intervienen en la respiración
(diafragma, intercostales, escalenos y abdominales)
también se entrenan, logrando aumentar nuestra
capacidad de introducir oxígeno en cada inspiración.
Con el cansancio, debido entre otros a la fatiga de estos
músculos, se altera el ciclo limitando nuestra capacidad
de resistencia.
Estos errores propios de los principiantes no son los
únicos, pero sí los más frecuentes.

Fin. “Remo largo”

Con esta voz, el “mandaor” da por finalizada total o
parcialmente la sesión de entrenamiento.
Los remeros sueltan completamente el remo que
queda fijado a la embarcación únicamente en el
escálamo, quedando abarloado al costado de la
embarcación.

Próximo capítulo

Amarre y Fondeo