Son uno de los componentes más pintorescos de la barca de jábega y aunque, por su disposición, forma y vivos colores pudieran pasar por elementos ornamentales, cumplen o, mejor dicho, cumplían la función de hacer firme la beta del hierro. Es decir, el punto de la barca donde amarramos el cabo al fondear.Es esa función la que determina invariablemente su denominación correcta, «manigueta», que deriva de la adopción lingüística del catalán «manegueta».

La RAE define manigueta, en su acepción náutica, como bita. La bita, como se puede ver en la imagen, es un tipo de cornamusa que se dispone normalmente en la cubierta, cercana a ambas amuras y con la misma función que las maniguetas, amarrar el ancla en los fondeos.

En otros ejemplos la manigueta, cumpliendo esa misma labor, se sitúa en el centro de la cubierta de proa, en forma de pequeño poste rematado convenientemente para que no se escape el amarre mediante el «buchín» ( terminación en forma de lágrima que corona las maniguetas en la barca ).

En la órbita del remo el término «manigueta» también ha sido empleado para nombrar a los apéndices que presentan los gruesos remos de las antiguas galeras , con el fin de facilitar el agarre a los remeros.

Fuera de la jerga marinera, manigueta también designa cualquier tipo de suplemento con forma de asidero; entre otros , como curiosidad, las cuatro extensiones en forma de pequeños varales que presentan las andas en los pasos de la Semana Santa de numerosas localidades ( no en Málaga, por cierto).

La cuestión manigueta o maniqueta para la R.A.E. , de momento, es clara. No obstante, dado que el vocablo maniqueta parece estar muy extendido, formando parte del léxico marengo, no seré yo quien cuestione su uso, máxime en una lengua viva como el español. A fin de cuentas, si el uso y costumbres del lenguaje no se convirtieran en norma, aún estaríamos todos hablando en Latín.

Otra cuestión aparte es la de su función actual. Tiempo atrás, destinadas a soportar las fuertes tensiones a las que la somete el fondeo, las maniguetas eran el resultado de prolongar verticalmente, a la altura de las dos primeras cuadernas de proa y por ambas bandas los escalamotes. La solución era extraordinariamente robusta ya que nacían de la propia estructura de la barca y no como aditamentos susceptibles de partirse.

Actualmente, con las ligeras barcas de jábega destinadas a la competición deportiva, la necesidad de fondear es prácticamente nula. Por otro lado, las dimensiones más contenidas de éstas frente a las construcciones más antiguas, obligan a disponer las maniguetas como apéndices independientes a las cuadernas, limitando su capacidad de resistencia.

Exteriormente esta nueva disposición es apenas apreciable. No así al visualizar el esqueleto de la barca, como se puede observar en la imagen inferior. En cualquier caso es admirable el tratamiento que el carpintero de ribera, José Pedro, da a esta solución constructiva, en un compromiso entre modernidad y tradición bien resuelto.