David Vega Gómez 31/05/2022

Ayer Domingo regresamos de Pasaia y hoy lo ha hecho la «Maria Juliana» remolcada por carretera.

No es el primer encuentro marítimo al que asisto, pero sí lo es acompañado por esta barca y con el grupo de compañeros y amigos con los que entreno y comparto afición cada semana.

La experiencia, inolvidable. El escenario inigualable. Un rincón de España en el que se dieron cita embarcaciones de los diferentes puntos de nuestra geografía y de nuestros vecinos europeos.

Veleros de gran porte junto a embarcaciones menores como dornas gallegas, llauts catalanes y levantinos, bucetas, faluchos, pesqueros, balandros; velas cuadras, cangrejas, latinas; remo representado por Traineras, trainerillas, bateles, gamelas etc… y poniendo una nota de color malagueña nuestra «María Juliana», surcando las aguas que hace algo más de trecientos años enseñaron el arte de marear al más ilustre de nuestros marinos, Don Blas de LEZO y Olavarrieta, el medio hombre, el que fijaría para siempre en nuestra imaginación la imagen del marino con pata de palo y al que debemos que hoy siga siendo el español un idioma universal.

Pasaia estos días fue Pasajes, de San Pedro y de San Juan, de babor y de estribor, de idas y de vueltas, de marinos que no conocen fronteras en la mar.

Mañana será otro día y el de ayer, para recordar.