La espera es el tiempo que pasa para que algo suceda. La paciencia es el mecanismo que empleamos para gestionarla, es la clave del éxito para que nuestro proyecto llegue a buen término.

La «María Juliana» es fruto de la paciencia, de una manufactura artesana que huye de la celeridad que proporcionan los medios tecnológicos actuales. Este era el proceder del Carpintero de ribera Julián Almoguera y, sus creaciones, mimadas por sus amos actuales, dan testimonio de su buen hacer.

Paciencia es también el recurso que me ha permitido retornar al punto de inicio, aquel en el que la barca lucía en su encarnado este mítico nombre «María Juliana» con el que Julián bautizaba todas sus barcas y que tras ser vendidas a sus nuevos amos, modificaban este con un nuevo apelativo.

Fue el caso de la barca que nos ocupa, la tercera «María Juliana», la de 1998. Mantuvo su nombre original hara el año 2013 en la que es adquirida por el Club de Remo de San Andrés. Pasó a denominarse «Fogonera» rindiendo un merecido respeto a una antigua barca restaurada con ese nombre por el padre de Manuel Díaz «Paloa», nuevo amo de la «María Juliana». Ahora, siete años después, tras un periodo de incontables éxitos deportivos logrados por el Club de San Andrés, recupera su denominación original y una nueva estética más aacorde con la veteranía de la barca.

No se trata de un bautizo en el sentido ortodoxo del término, ya que fue bautizada en su día por Julián con este mismo nombre, pero se ha seguido un ritual similar en el que el vino y la sal han regado la barca en señal de buena ventura y prosperidad como manda la tradición. Con ello he pretendido rendirle tributo en forma de modesto homenaje a la figura de un grande de la barca de jábega, artífice de la transformación de una embarcación esencialmente pesquera en una barca con vocación deportiva, logrando con ello la redención de una condena impuesta por el progreso, su desaparición.

El acto se llevó a cabo en la sede de la Escuela de Jábega, situada en la dársena de poniente del Puerto de Málaga, junto a las playas de Huelin. Contó con una nutrida asistencia de público que guardó con celo las medidas de prevención anti covid19. A los asistentes se les ofreció un ágape para celebrar el evento y se les amenizó con un baile abandolao sobre la barca, a cargo de la bailaora Jimena Vega, mi hija, que fue así mismo madrina de la barca junto a su hermana Ana Luz Vega, mi hija mayor.

Agradecimientos:

A la A.R.T. Asociación de Remo Tradicional con José Luis Ramos como presidente, que depositaron su confianza en mí como colaborador en esta nueva etapa de la Escuela de Jábega y a su Junta directiva que me han permitido desarrollar libremente el evento en este privilegiado espacio.

A mis compañeros de la Escuela que han participado muy activamente en las labores de mantenimiento y remodelación de la barca para lograr su imagen actual.

A la familia del Club de «San Andrés» que han colaborado conmigo en aquello que les he solicitado y que me han facilitado la posibilidad de adquirir una barca sinigual. Se cumple aquello que un buen amigo mío repetía cariñosamente «que más que un cliente, un amigo».

A mi buen amigo Antonio Diestro y al equipo de profesionales del Conservatorio de Danza «Pepa Flores» que han permitido, junto a mi hija Jimena como bailaora, que se pueda desarrollar el baile abandolao, haciendo las delicias de los asistentes y convirtiendo el bautizo en un acontecimiento único y entrañable.

A mi amigo Mariano Villén, que aportó con su creatividad y acertado sentido estético los dibujos que lucen en el tajamar y los característicos ojos sobre las amuras.

A los carpinteros José Pedro González y Pedro Murillo, siempre atentos a cualquier necesidad que me surgiera, poniendo su dilatada experiencia y conocimientos a mi servicio.

A los alumnos y compañeros que han esperado con paciencia a que acabaran las labores de restauración de la barca, viéndose limitadas sus salidas al mar por esa razón.

Por último a Agustín Montáñez, anterior presidente de la A.R.T., por facilitarme la toma de contacto en la adquisición de la barca y por abrirme las puertas de la Escuela de Jábega, haciendo que la sienta como mía y a la que dedico el tiempo disponible con pasión adolescente.