David Vega Gómez 18/08/2021

Hablamos de lo mismo… o, mejor dicho, nos referimos de forma diferente para señalar un mismo fenómeno : la niebla de advección.

Unos lo llaman boria, especialmente en todo el Levante español hasta Cataluña, aludiendo a un remoto origen latino «Boreas», y otros lo denominan Taró, no porque «Boria» sea un término incorrecto, sino porque etimológicamente encuentra su punto de partida en vocablos propiamente fenicios y por tanto más en sintonía con el árbol genealógico de nuestra propia barca. Además, al parecer, el término Taró es más singularmente nuestro, habitual de Málaga, Cádiz y Ceuta.

El caso es que ambos se refieren a un fenómeno que en algunas ocasiones, como el pasado 18 de Julio en el G.P. Pedregalejo, provocan la suspensión de la competición por falta de visibilidad.

Para que ésto tenga lugar deben concurrir dos circunstancias: que la superficie del mar esté relativamente fría y que entre en contacto con ella una corriente de aire cálido, cargado de humedad. Es en ese momento cuando el aire cargado de agua baja su temperatura y se satura, creando a baja altura una niebla espesa que limita la visibilidad.

Ahora bien, ¿Qué agentes intervienen para que se den las condiciones que provocan el Taró?

En nuestras playas todo comienza con unos días en los que sopla de forma continuada, bien el poniente, de ascendencia atlántica, que desplaza la capa superficial y cálida del agua (recordemos que esto ocurre en verano) sustituyéndola por las aguas más profundas y frías que ascienden verticalmente ocupando su lugar, o bien la acción de los vientos del norte que actúan de la misma forma.

El caso es que ya tenemos una superficie del mar fría y a la espera de que un Levante cálido, que lleve evaporando agua desde que inició su viaje a Málaga, monte el pollo suspendiendo eventos y alterando el calendario de Regatas.