David Vega Gómez 4/01/2021

Muchos de los términos, la mayoría, empleados para denominar las partes que componen la barca de jábega son heredados de las clásicas galeras que dominaron el Mediterráneo durante más de 2400 años.

Otros se han perdido y el rebalaje, hacedor espontáneo del lenguaje vulgar, los ha sustituido por otros propios.

Por último, otros vocablos han sido adoptados, erróneamente bajo mi punto de vista, de nomenclaturas pertenecientes a embarcaciones que no guardan relación alguna con la barca de jábega.

Este es el caso de los llamados «Castillos de proa».

El Castillo de proa tiene su origen en las naves medievales como la Nao, la Coca o la Carraca, que ven elevar en altura auténticas fortificaciones de madera, sobre la arrumbada, en la proa, en las que alojar alguna pieza de artillería y sobre todo al componente humano que lleve a cabo el abordaje de la nave enemiga.

El paso del tiempo aparejado al desarrollo de la artillería, hizo del abordaje un recurso subsidiario al fuego de los cañones. El resultado fue la desaparición progresiva de los castillos de proa en los galeones hasta extinguirse en los grandes navíos de línea del siguiente siglo.

Un lenguaje, como el marengo, capaz de incorporar en su léxico términos como «mandaor» para referirse al patrón de una embarcación o «amo» para apelar a su armador, no debe dejar huérfano a un elemento tan significativo de la barca, como es la cubierta de proa y, mucho menos, designarlo inapropiadamente como «Castillo de proa»

Ahora es cuando toca preguntarse cómo llamarla entonces.

Realmente no hay porqué inventar nada, solo basta acudir de nuevo a esa milenaria embarcación, la galera, que como nuestra barca, empleaba los remos como parte importante de su propulsión, para rescatar la palabra adecuada que identifica a esa zona de la barca, mucho antes de que existieran los «Castillos de proa».

Me refiero al término «Tamboreta».

La Tamboreta también era empleada para alojar la artillería ligera, pero sin elevarse en altura como castillos.

Antecede al botalón y hacia popa le precede la «corulla», todas formando parte de lo que es denominado como «arrumbada», es decir la proa de la barca.

No hace falta insistir en la importancia que tiene conservar la jerga propia de la barca de jábega para contribuir en la conservación de su ideosincracia.

«Tamboreta» , simpático sonido para nombrar allí donde reside el tacón de patear de la barca…¡Que comience la subasta del pescado!.