La jabega es el arte de pesca, la red, como lo es la traina o traiña que da nombre a las traineras del Cantábrico que emplean esta red de cerco para la captura de la sardina.

La barca es la barca o, si se quiere, la barca de jábega. Sin embargo nos referimos habitualmente a ella simplemente como jábega. ¿Está mal dicho?.

Nombrar jábegas a las barcas que emplean esta red no es un error. En realidad es una suerte, el resultado de un fenómeno natural de cambio semántico de un término por otro, un recurso retórico del lenguaje denominado «metonimia».

La metonimia comercial, de la mano de la publicidad, trata de reemplazar una determinada categoría de productos por el nombre de una marca. A veces esto se consigue de forma exitosa como en el caso de «cleanex» para referirnos a los pañuelos desechables, «Danone» a los yogures o Coca Cola para todos los refrescos de cola.

Las empresas, en la mayoría de casos, emplean ingentes cantidades de dinero en campañas de neuromarketing para lograrlo. Otras veces, de forma natural, este fenómeno metonímico se hace viral y la sustitución de un término por otro con el que guarda estrecha relación se instala en nuestro inconsciente. Este es el caso de la Jábega y, además, nos ha salido gratis.

Si preguntamos a algún malagueño qué es una jábega, no dudará en señalar a la barca ajeno a la usurpación que hace del término. Pero no a cualquier barca sino a la nuestra, con su silueta tan singular.

Barcas hay muchas, jábega sólo una.