Sitio orientado a la difusión de contenidos relacionados con el remo en barcas de jábega. Cultura, tradición y deporte en torno a una embarcación única y a la provincia que supo conservarla, Málaga.

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Posiciones del remero durante la fase acuática de la remada

Remo de banco fijo

Ataque, Pasada y Sacada de la pala del remo son los movimientos que
forman parte del gesto técnico durante la fase acuática de la remada.
El objetivo del “mandaor” de la barca de jábega y de todo patrón es lograr
que la pasada de la pala en el agua tenga la mayor amplitud posible,
haciéndolo sin gestos violentos que desestabilicen la barca y aumenten las
fuerzas contrarias al sentido de la marcha.
Para lograr esa necesaria amplitud que convierte en eficiente la acción de
remar, a menudo, vemos como el patrón solicita a la bancada, a la voz
“tirándose para atrás”, que los remeros inclinen el torso hacia proa con el
fin de poder llevar el puño a la altura del pecho. Pero, exactamente, ¿en
qué momento y ángulo de inclinación debe el remero iniciar el ataque o
flexionar los brazos cuando la pasada llega a su final?.
Para encontrar respuestas a estos interrogantes he recurrido a un gráfico
extraído del estudio “Remo en banco fijo” que a ese respecto hizo
Francisco García en 1996, basándose en el análisis de tres equipos gallegos
de remo en banco fijo con similar nivel de eficacia.

Lo primero que se deduce de este gráfico y común en los tres equipos es
que los brazos se mantienen extendidos durante aproximadamente las
tres cuartas partes del recorrido. Como vemos los brazos se flexionan
cuando ya el cuerpo se encuentra tendido hacia proa en un ángulo de 20º
prolongando la pasada del remo hasta el momento de sacar la pala del
agua.
En segundo lugar, observando el gráfico del equipo 3, vemos como se
puede completar la pasada del remo en toda su amplitud aumentando el
grado de inclinación del cuerpo hacia popa en el momento del ataque,
incluso aun cuando flexionemos los brazos ligeramente antes de llegar al
grado de tumbada de los otros equipos.
En cualquier caso se pone de manifiesto la necesidad de trabajar los
grandes grupos musculares de espalda y glúteos como protagonistas de la mayor parte del gesto técnico en el remo de banco fijo.

David Vega

Francisco Javier Ruiz «el Canio»

Publicado por Francisco Javier Ramos Berruezo en el grupo especializado de Facebook «Sólo Remo»

Conocido como «el Canio» ha dedicado gran parte de su vida a su pasión por las barcas de jabega, convirtiéndose en uno de los «mandaores» más reconocidos de este deporte.
Puede decirse que se consagró como mandaor en el año 89, en la regata de Torrox, cuando alcanzó la victoria con la embarcación » Virgen del Carmen», la primera de las «María Juliana» construida por Julián Almoguera.
Al año siguiente, le tocó a las chalanas, cuando el la Cala del Moral, el mismo día que se botaba la chalana «Margarita» propiedad de su gran amigo Juan Carlos Alcaide, quedó en primera posición dentro de la categoría de 4 remos. Seguirían más victorias hasta convertirse en uno de los mandaores con mejor palmarés del rebalaje.
Ha formado parte de tres clubes de remo: Asociación de Remo y Pala de Pedregalejo, Real Club Mediterráneo y Club de Remo de San Andrés. Pero si algo lo identifica es el haber patroneado con éxito todas las barcas construidas o diseñadas por Julián Almoguera: «Virgen del Carmen», «San Andrés» y la tercera » María Juliana», conocida también como «Fogonera» durante el tiempo que atendió al uso del equipo de Huelin.
Lo mismo ocurrió con las embarcaciones «Almoguera» y «traya» N las que cumplió como mandaor y metebríos.
Sabiendo perder cuando correspondió y sobre todo sabiendo ganar, administrando su éxito como patrón en forma de buenos consejos, como sólo saben hacerlo los grandes de cualquier deporte. Todo ello sumado a su gran calidad humana lo convierten es una de las leyendas vivas del remo malagueño.

Leyendas del Remo: la Cala del Moral

Publicado por Francisco Javier Ramos Berruezo en el grupo especializado de Facebook «Sólo Remo*

Entre las leyendas vivas del remo malagueño, todavía en activo, hay tres que siempre han caminado juntos, estoy hablando de José Luis Ramos Pérez, Juan Carlos Rodríguez Barranco y Juan José Ramos Berruezo. Desde hace muchísimo tiempo, ya siendo jóvenes, se han dedicado al mundo del remo, y siempre compartiendo el mismo tipo de embarcación, la barca de jabegas, exceptuando cuando remaban a 6 remos en la chalana de Astilleros Gómez. Siempre juntos, en la banda de 3 o de poniente.
Han competido en barcas como la «Rebusquera» antes llamada «Magdalena», en la «Rosario y Ana» y en la «Virgen del Carmen».
Ahora los tres forman parte del Club de Remo de la Cala del Moral. Con este club, en el 2019, quedaron campeones de la liga de jabegas.
José Luis Ramos es presidente del Club de Remo de La Cala del moral y, recientemente, lo es también de la Asociación de Remo Tradicional A.R.T., Continúa ejerciendo como patrón de los veteranos de dicho club. Juan Carlos y Juanjo siguen remando juntos.
En aquellos 90 también remaron con ellos jabegotes como José Luis Fernández, David Montes, Miguel lulu, Antonio Jesús Ramos, Francis Pichaire, Miguel Rodríguez Fernández, Antonio Jesús AVITA, Isidro Garrido y Curro.

Mandaor: Juan Carlos Alcaide

Publicado por Francisco Javier Ramos Berruezo en el grupo especializado de Facebook «Solo Remo»

Hoy toca hablar de un buen mandaor que en el mundo de la regata ha hecho de todo.

Ha sido mandaor, metebrios, juez de regatas; incluso ha trabajado en la carpintería de ribera. Me refiero a Juan Carlos Alcaide González.

Toda una vida ligada al remo malagueño. Vinculado a su club, la «Asociación de Remo y Pala de Pedregalejo» y con ello, a sus tres embarcaciónes, la «San Andrés» , «Cordela» y por su puesto la «Traya». También con la que es su propia chalana «la Margarita».

Ha enseñado, con la devoción del maestro, a muchos a remar, ganándose el respeto de todos ellos gracias a sus indicaciones.

Regatas que él nunca olvidará serán: la regata de Torrox 89; la regata de chalanas del año 90 en la Cala del Moral, que ganó por primera vez con su chalana Margarita; las regatas del Puerto 2011 y 2012, y la regata de Pedregalejo 2016. En la regata del muelle 2011 corto la racha de victorias del club Mediterráneo y en la de 2012 ganó la final con una regata memorable con incluso habiéndole tocado en el sorteo el peor tanto. En el 2016, en pedregalejo, cortando la racha triunfal del equipo rival de Huelin con «la fogonera». En esta regata iba de metebríos quedando campeón de liga.

Siempre colaborando con todo lo relacionado con las barcas de jabega. Un genio.

La madera hecha barca

Ha pasado mucho tiempo, pero la espera ha terminado. Una nueva barca de jábega está lista para ser botada. Con vino y sal saluda al destino con la promesa de buenas singladuras, onerosas pesqueras y un retorno seguro.

Adelante, te aguarda la mar.

La fabricación de una barca de jábega responde a un proceso lento, artesano en el que, aunque planos y plantillas aceleran el trabajo y crean una aparente reproducción serial, no existe el molde que en las embarcaciones de fibra clona el modelo hasta el infinito. La madera impone sus condiciones, no ya solo por la tipología empleada, pino, cedro, haya, roble etc…, sino por su propia condición orgánica que se empeña en recordarnos que antes que barca fué árbol y por tanto única.

Manuel Díaz (Paloa) y Blas junto a su nueva barca en construcción – Enero 2021. Fotografía Juan González

Fotografía realizada por el fotógrafo profesional y compañero de remo Juan González, que capta como los históricos fundadores del Club de remo San Andrés «custodian» su nuevo encargo, la que será su primera barca ligera, la nueva «Fogonera».

Banda de Corulla, ¿aquí o aquí?

Tema muy discutido, de complejo desenlace y, en todo caso, de respuesta expuesta a la censura del añejo tribunal del rebalaje.

El propósito que persigo es el de contribuir al empleo de estas expresiones tan singulares y que forman parte, por derecho hereditario, del patrimonio de la barca de jábega, como lo son las de «mandaor», «espailla», «pachapanda», «maniqueta» etc…

He tratado de ser breve, pero no ha sido posible. El que esté interesado que continúe y el que no, que siga remando donde le toque. Más…..

Sí algo resulta indispensable para nuestro buen oficio en la barca es expresarnos empleando términos espaciales precisos, que no den lugar a errores a la hora de posicionarnos. Para ello la marina establece unas coordenadas universales, comunes a todas las embarcaciones,  que todos conocemos como Popa, Proa, Estribor y Babor, y  a partir de este eje cartesiano, todas las que se derivan del mismo.

Poco importa si el léxico marengo altera esas expresiones para reemplazarlas por otras propias siempre que no trastoquen su significado.

Una parte importante de las expresiones que empleamos en la barca tienen su origen en la jerga marinera característica de las Galeras mediterráneas.

Las Galeras formaban un cuerpo aparte dentro de la Marina. Contaban con sus propias ordenanzas y privilegios, y por supuesto con su propio lenguaje. Esto fue así hasta 1748, que por Real Orden, se disolvió el cuerpo de Galeras pasando a formar parte del resto de la Armada.

Afortunadamente el lenguaje trasciende a las leyes y al tiempo, regalándonos expresiones que, si no fuera por nuestras barcas de jábega, se hubieran abandonado..

Una de estas expresiones es «Corulla» , y con ella la que da pie al tema tratado: La «banda de Corulla» y su ubicación.

El problema, irresoluto, surge cuando tratamos de asociar estas bandas con sus homólogas babor y estribor, o viceversa.

No parece que haya consenso a la hora de asignar una posición clara para estas bandas. Veremos porqué, pero antes haré un glosario de las contradicciones que he encontrado entre los estudiosos de la morfología de la barca de jábega.

Contradicciones que incluso se manifiestan en la descripción que sobre la barca hace un mismo club de remo en su web, llamando unas veces banda de Corulla a la de babor y otras a la de estribor.

Me refiero en este caso al Club de Remo de la Cala del Moral. Y no es el único.

Esto reza en su web:

«Las maniquetas en las que se fija la beta del hierro, rezón o ancla, son cuatro, dos a cada lado de las bandas de corulla y proba (estribor y babor). Para gobernarla se usa un remo, espailla, a modo de timón, que se apoya en un saliente de madera con su tolete por la banda de corulla, el tragante».

Parece claro que asocian la banda de Corulla con el Estribor de la barca.

Sin embargo, observen la imagen en la que se describen los puestos de los Jabegotes :

Aquí la banda de Corulla de la «Vikinga» se sitúa en Babor.

En las publicaciones de «Astilleros Nereo», deduzco que la clave está  en la banda por la que se suelta una beta para averiguar si la marea es de levante o poniente:

«Esa beta se echa siempre por la banda de Corulla y si la marea la mete debajo de la barca es que es de levante y si la aleja de poniente.»

Sí tenemos en cuenta que  las betas se van calando siempre e invariablemente por la aleta de babor, todo hace pensar que para este astillero la banda de Corulla es la de babor.

,En el diseño que realiza nuestro compañero del Club de Remo de Pedregalejo, Felipe Foj, para la publicación en «Cuadernos del Rebalaje» de la asociación Amigos de la barca de jábega, describiendo la posición que ocupa cada remero en la barca, también se decanta por atribuir a la banda de Corulla una posición en babor:

También adscribe la banda de Corulla a la banda de babor uno de los estudiosos de la barca de jábega más exhaustivos de cuántos me he topado, J.J. JAUREGUI, que en un artículo titulado «Jabegas y Cárabos» publicado para la revista «Jábega» de la Diputación de Málaga, escribe lo siguiente:

«Señalamos antes algunos de los nombres arcaicos del arte de jábega, y no queremos dejar pasar sin señalar, el que a la banda de babor de la barca, se la llame banda de corulla…»

Por otro lado, la tradición oral, la que transmite el rebalaje a través del marengo, parece tener claro que la banda de Corulla se corresponde con la banda de estribor..

Así D. Fernando Dols , en una grabación de vídeo realizada a pie de barca, en el año 2010, y difundida a traves de YouTube, asevera que la banda de Corulla es la de estribor, apuntando a la banda donde se encuentra el tragante.

Argumenta que siempre que ha preguntado a viejos marengos por esa cuestión, le indican esa banda.

Abundando en detalles a favor de la misma relación Corulla/Estribor tenemos a D. Manuel Rojas, en sus «Memorias de un jabegote»

Cuadernos del rebalaje ,24

Publicado por amigos de la barca de jábega:

«Sobre la tabla llave van las  tapas de regalas desde la Roa de popa hasta la  primera bancada de popa: la de la banda de proa es maciza, la de la banda de corulla es más fina». «En la banda Corulla y en la Roa de proa Lleva un taco plano por arriba de unos 5 o 6 cm de ancho y el taco se va rebajando para sujetarlo bien.Esta pieza va a la altura de la línea de Flotación y su utilización es para que al desembarcar los remeros les sirva de apoyo para el pie y saltar a tierra. «. «La llamada banda de Corulla por los Jabegotes es la conocida en la marina por banda de estribor y en ella lleva un remo menos que en la llamada banda de proba por la marina banda de babor.» «Si había marejada se acercaba a tierra De popa. Si era marejada de poniente ataban una Beta a la banda corulla y si era de levante la ataban a la Banda proba e iban bogando Pá tras»

Por último he consultado directamente al carpintero de ribera José Pedro González y al presidente de la ART Asociación de Remo Tradicional, Agustín Montañés, y no dudan en afirmar que la banda de Corulla corresponde a la de estribor, aquella en la que sólo van tres remeros.

Estos testimonios que he reproducido aquí son los que me han parecido más relevantes, unos por provenir de figuras de reconocida autoridad intelectual y otros  porque están sobradamente facultados por su propia experiencia. Pero hay muchos más.

Es difícil decantarse por una de estas dos opciones tan controvertidas sin correr el riesgo de levantar la indignación de aquellos que sientan menoscabada su autoridad por un recién llegado al mundo de la Jábega, que no al de la Mar, como soy yo. Así que dejaremos a la Historia desempeñar tan ingrata labor.

«Corulla» es definida por la R.A.E. como: «Pañol de la jarcia en las galeras».

Para D. Pedro Fondevilla, oficial de la armada y máxima autoridad en el estudio de la Galera mediterránea, «La corulla era una estructura cerrada, que ocupaba toda la manga de la cámara de boga, desde la cual jugaba la artillería, se estibaban los cables de fondeo (gumenas) y estaban situados los beques de la marinería y guarnición»

La Corulla no era exactamente una banda situada a babor o estribor, sino un espacio en proa, anterior a la Tamboreta (mal llamado castillo de proa en nuestra barca) que ocupaba toda la manga, de babor a estribor. En ese espacio, como apunta D. Pedro Fondevilla, de estibaban las bozas (cabos de amarre), gumenas e incluso los beques (retretes) de la marinería.

El techo de la corulla se denominaba arrumbada, y lo empleaba en combate la infantería de las galeras como bastión.

La evolución constructiva de la galera quiso que aumentará el número de velas, quizás para competir, ya en los albores del siglo XVIII con los buques mancos (sin remos), y con ello el de los mástiles, que aumentan a tres: trinquete, mayor y mesana. Uno de ellos, el trinquete, iba a determinar el nuevo espacio de la Corulla.

«….el trinquete en su límite proel, colocado en la proa de la corulla y desplazado a una banda, la diestra en las galeras españolas, para permitir la colocación del cañón de crujía.»

Es decir, un nuevo mástil en proa, por el lado de estribor, «roba» espacio a la Corulla limitando su capacidad hasta dejarla definitivamente en la banda de babor.

¿Significa ésto que la Corulla se corresponde invariablemente con la banda de babor?

Pues en este caso sí. Pero lo que pone de manifiesto es que en su origen ocupaba las dos bandas, ya que se disponía transversalmente en la proa y que su funcionalidad como espacio para alojar la jarcia, betas, bozas etc…, es la que la convierte en Corulla, de tal forma que, si por la distribución de los pañoles en la nave, la Corulla queda en el lado de estribor será esa y no otra la banda de Corulla; y si cae en babor, como en el caso de la Galera, será esa banda la de Corulla.

Dicho ésto, los términos Babor y Estribor son universales, mientras que los de Corulla y Proba conciernen a cada embarcación singularmente.

Ahora cabe preguntarse en cuál de las bandas de nuestra barca de jábega se sitúa o situaba la jarcia de labor o, si se quiere, las red de jábega con sus betas y pandas.

Aquí si hay consenso. El arte de pesca se situaba bajo la bancada, ocupando todo el espacio debido a sus generosas dimensiones. Se calaba, eso sí, por la aleta de babor, para lo cual la tapa de la regala es maciza y más gruesa que la de la otra banda.

Por tanto y en base a la función que ocupa y al derecho que le asiste desde la Historia, ese costado debiera ser denominado banda de Corulla.

Conclusión: llámenla como mejor les parezca, pero eso sí, si en medio de una marejada ordenan remar o ciar a una banda, por favor refiéranse a ella con los universales Babor y Estribor.

¿Pachapanda?

Ayer y hoy es el bogador que marca el ritmo de la boga, pero además, solo ayer, es el que largaba la beta del arte de pesca por la aleta de babor, atento a las pandas de corcho que van saliendo a la mar. Ahí encuentra su más que probable origen este vocablo.

Otras veces el origen de las palabras, su etimología, no parece tan caprichosa.

Esto que propongo ahora es un cuento con vocación de teoría que bien puede ser real. Juzguen ustedes mismos.
2400 años de remo en galeras dejan estelas en la mar y también en el hablar.
Seguro que hemos oído hablar del espalder (que no espardel), como puestos que ocupan en nuestra barca de jábega los remeros del tercer banco de babor y el segundo de estribor. Pues bien, con este término se designaba en la galera al remero que cumplía la función de marca, referente de la remada, situado en el banco pegado a la espalda de la galera. Espalda es el nombre que recibe el castillo de popa en la galera. Habitualmente iba un solo espalder situado en la banda de babor, haciendo las veces de lo que hoy llamamos pachapanda. A veces lo acompañaba un segundo espalder en la banda de estribor (como nuestro «marca» en la barca). Estos espalderes se seleccionaban de entre los remeros llamados «buena boya», de buena voluntad, por su propia voluntad, es decir , no provenientes de esclavos o penados a galeras y que, además, fuesen diestros en el arte de remar.
Pero entonces, ¿por qué termina derivando al término Pachapanda?
(Lo siento, ésto promete convertirse en tocho).
En la época de la batalla de Lepanto, 1571, la mayor parte de los remeros de las galeras españolas eran buenas boyas, pero con el tiempo fue aumentando gradualmente el número de esclavos turcos en detrimento de los «buena boya’ o remeros libres. En resumen, los remeros de origen turco aumentaron considerablemente su presencia en la galera compartiendo sufrimiento y parlamento con el resto de la bancada.
Ahora es cuando toca preguntarnos por el tipo de lengua vehicular empleada para el buen entendimiento en esa torre de Babel flotante. A falta de una lengua concurrente, bien estructurada, como hoy lo son el inglés o español, se contaba con una lengua franca, no escrita, llamada «Sabir», en las que labios, brazos y manos debieron aliarse en paridad de porcentaje para lograr el entendimiento.
Nuestro insigne D. Miguel de Cervantes, quién estuvo condenado a galeras en Argelia durante varios años, dejó constancia de la misma:
«…en lengua que/ se halla entre cautivos y moros, que ni es morisca ni castellana ni de otra nación alguna, sino una mezcla de todas las lenguas, con la cual todos nos entendemos»

Don Quijote de la Mancha, 1605

El Sabir era una mezcla de español, dialectos italianos, turco, portugués, árabe etc.. y estuvo presente en el Mediterráneo durante varios siglos.
Es aquí donde el término «pachapanda» encuentra una teoría sobre su origen, a la que me aventuro aun a riesgo de convertirla en un cuento, un cuento de Navidad.
Pacha-panda.
La panda, y así queda registrado en las ordenanzas de finales del XIX, es la dotación de la barca, la que rema y faena en la barca. Es un vocablo que difícilmente se oye actualmente entre los que practican el remo en «jábegas». Algo parecido le ocurre a «mandaor», sustituido por el de «patrón», al parecer más florido y distinguido. Reclamo desde aquí el uso de estos dos vocablos más singularmente nuestros.


Aclarado lo de «panda», queda aclarar la otra parte del compuesto, «Pacha».
Pachá o pasha, es el nombre que designa, en el imperio turco a un hombre que ostenta algún mando superior en el ejército o demarcación territorial.
No es difícil imaginar como en lengua franca, con sus mezclas de español y turco, especialmente extendida entre las gentes del mar dedicadas al comercio, el término «pachapanda», el que manda en la panda, encontrara adeptos en el concurso verbal de las galeras.

Constatado está el vocablo español «espalder» que ha llegado hasta nuestros días, no así el de pachapanda, que si proviene del Sabir, siendo ésta de expresión exclusivamente oral, no ha dejado constancia escrita alguna.
Primero el francés, tras la colonización de Argelia en 1830, y después el inglés hicieron desaparecer el Sabir, pero al parecer no del todo…..

«Vendaval y Vendavalillo»

En latín «Contus» significa Remo o palo para remar. Proviene del griego κοντός [kontós] que alude a palo, barra o vara. Por extensión, percontar significaba sondear, consultar la profundidad y, de ahí, por alteración vulgar «praecuntare» o, lo que es lo mismo, preguntar.
O sea, que de resultas a una acción relativa a la actividad del marino, la de sondear la profundidad, y a su capacidad natural de distorsionar el lenguaje, tenemos un término «de amplio espectro» como es el de «Preguntar».
Y, abusando del mismo, me pregunto… , ¿Cuán grande es la aportación del lenguaje marinero al léxico español?
Me fascina oír a los marengos del palo hablar de vendaval o vendavalillo, según su intensidad, para referirse al poniente del suroeste que, a veces, imposibilita las salidas con la barca.
En su acepción generalizada vendaval alude a un viento extremadamente fuerte y violento, capaz de derribar árboles y desprender cubiertas. Pero no, en nuestra costa la lectura es diferente, no tiene porqué pasar de fuerza 4 en la escala beaufort y cuenta con una componente suroeste claramente definida, siendo además aceptado por la propia definición que le otorga la R.A.E.
El marengo es así, crea su propio lenguaje; fabrica verbos de sustantivos como timonear, patronear, barloventear etc… Así como acuña términos propios mediante mutaciones lingüísticas poco conocidas tierra adentro.
Y es que ya lo advertía nuestro ilustre Don Benito Pérez Galdós al referirse a su personaje, marino de profesión, Marcial: «…que Marcial, como casi todos los marinos, usaba un vocabulario formado por los más peregrinos terminachos, pues es costumbre,
en la gente de mar de todos los países, desfigurar la lengua patria hasta convertirla en caricatura».
En definitiva, y para no extenderme, cuando sientan la necesidad de tirar de teclado para dar forma escrita a la multitud de vocablos que adornan el léxico marengo, no los fumiguen con el corrector ortográfico, dejen que esta epidemia lingüística se convierta en pandemia, haciendo más grande si cabe nuestro idioma.
Para entonces la espailla, por ser nuestra, ya no será espadilla, pero guiará la barca igual; el mandaó será el patrón que la gobierna y el vendaval nuestro viento más temido.


«maniquetas o maniguetas»

Son uno de los componentes más pintorescos de la barca de jábega y aunque, por su disposición, forma y vivos colores pudieran pasar por elementos ornamentales, cumplen o, mejor dicho, cumplían la función de hacer firme la beta del hierro. Es decir, el punto de la barca donde amarramos el cabo al fondear.Es esa función la que determina invariablemente su denominación correcta, «manigueta», que deriva de la adopción lingüística del catalán «manegueta».

La RAE define manigueta, en su acepción náutica, como bita. La bita, como se puede ver en la imagen, es un tipo de cornamusa que se dispone normalmente en la cubierta, cercana a ambas amuras y con la misma función que las maniguetas, amarrar el ancla en los fondeos.

En otros ejemplos la manigueta, cumpliendo esa misma labor, se sitúa en el centro de la cubierta de proa, en forma de pequeño poste rematado convenientemente para que no se escape el amarre mediante el «buchín» ( terminación en forma de lágrima que corona las maniguetas en la barca ).

En la órbita del remo el término «manigueta» también ha sido empleado para nombrar a los apéndices que presentan los gruesos remos de las antiguas galeras , con el fin de facilitar el agarre a los remeros.

Fuera de la jerga marinera, manigueta también designa cualquier tipo de suplemento con forma de asidero; entre otros , como curiosidad, las cuatro extensiones en forma de pequeños varales que presentan las andas en los pasos de la Semana Santa de numerosas localidades ( no en Málaga, por cierto).

La cuestión manigueta o maniqueta para la R.A.E. , de momento, es clara. No obstante, dado que el vocablo maniqueta parece estar muy extendido, formando parte del léxico marengo, no seré yo quien cuestione su uso, máxime en una lengua viva como el español. A fin de cuentas, si el uso y costumbres del lenguaje no se convirtieran en norma, aún estaríamos todos hablando en Latín.

Otra cuestión aparte es la de su función actual. Tiempo atrás, destinadas a soportar las fuertes tensiones a las que la somete el fondeo, las maniguetas eran el resultado de prolongar verticalmente, a la altura de las dos primeras cuadernas de proa y por ambas bandas los escalamotes. La solución era extraordinariamente robusta ya que nacían de la propia estructura de la barca y no como aditamentos susceptibles de partirse.

Actualmente, con las ligeras barcas de jábega destinadas a la competición deportiva, la necesidad de fondear es prácticamente nula. Por otro lado, las dimensiones más contenidas de éstas frente a las construcciones más antiguas, obligan a disponer las maniguetas como apéndices independientes a las cuadernas, limitando su capacidad de resistencia.

Exteriormente esta nueva disposición es apenas apreciable. No así al visualizar el esqueleto de la barca, como se puede observar en la imagen inferior. En cualquier caso es admirable el tratamiento que el carpintero de ribera, José Pedro, da a esta solución constructiva, en un compromiso entre modernidad y tradición bien resuelto.

Los Castillos del Rebalaje

Muchos de los términos, la mayoría, empleados para denominar las partes que componen la barca de jábega son heredados de las clásicas galeras que dominaron el Mediterráneo durante más de 2400 años.
Otros se han perdido y el rebalaje, hacedor espontáneo del lenguaje vulgar, los ha sustituido por otros propios.
Por último, otros vocablos han sido adoptados, erróneamente bajo mi punto de vista, de nomenclaturas pertenecientes a embarcaciones que no guardan relación alguna con la barca de jábega.

Este es el caso de los llamados «Castillos de proa».

El Castillo de proa tiene su origen en las naves medievales como la Nao, la Coca o la Carraca, que ven elevar en altura auténticas fortificaciones de madera, sobre la arrumbada, en la proa, en las que alojar alguna pieza de artillería y sobre todo al componente humano que lleve a cabo el abordaje de la nave enemiga.
El paso del tiempo aparejado al desarrollo de la artillería, hizo del abordaje un recurso subsidiario al fuego de los cañones. El resultado fue la desaparición progresiva de los castillos de proa en los galeones hasta extinguirse en los grandes navíos de línea del siguiente siglo.

Evolución del castillo de proa

Un lenguaje, como el marengo, capaz de incorporar en su léxico términos como «mandaor» para referirse al patrón de una embarcación o «amo» para apelar a su armador, no debe dejar huérfano a un elemento tan significativo de la barca, como es la cubierta de proa y, mucho menos, designarlo inapropiadamente como «Castillo de proa»

Ahora es cuando toca preguntarse cómo llamarla entonces.

Realmente no hay porqué inventar nada, solo basta acudir de nuevo a esa milenaria embarcación, la galera, que como nuestra barca, empleaba los remos como parte importante de su propulsión, para rescatar la palabra adecuada que identifica a esa zona de la barca, mucho antes de que existieran los «Castillos de proa».

Tamboreta


Me refiero al término «Tamboreta».
La Tamboreta también era empleada para alojar la artillería ligera, pero sin elevarse en altura como castillos.
Antecede al botalón y hacia popa le precede la «corulla», todas formando parte de lo que es denominado como «arrumbada», es decir la proa de la barca.
No hace falta insistir en la importancia que tiene conservar la jerga propia de la barca de jábega para contribuir en la conservación de su ideosincracia.
«Tamboreta» , simpático sonido para nombrar allí donde reside el tacón de patear de la barca…¡Que comience la subasta del pescado!.

Tacón de patear

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